domingo, 29 de junio de 2008

Gilgamesh

En este post el Poema de Gilgamesh, el relato épico escrito más antiguo que se conoce. La versión más completa que se preserva del texto se encuentra en lengua arcadia y consta de una serie de doce tablas de arcilla con escritura cuneiforme. El Rey Ashurbanipal de Nínive que intentó poseer copia de todos los documentos escritos en el mundo, hizo traducir la epopeya del original sumerio y guardarla en su célebre biblioteca que fue destruida por los persas en el año 612 a.C. Las tablas, que llevan la firma de Shun-eqi-unninni, fueron halladas en 1845 por Austen Henry Layard, cerca de Mosul, en Iraq y se encuentran hasta hoy en el museo británico.
El poema toma de la tradición oral el mito sumerio que surge alrededor de la figura del Rey Gilgamesh de la ciudad de Uruk, cuyo nombre aparece en la lista real sumeria.

La leyenda dice que Gilgamesh era dos tercios dios y un tercio hombre, los dioses escuchan las oraciones de los oprimidos ciudadanos de Uruk y envían a un hombre salvaje y brutal, Enkidu, que reta a Gilgamesh a una lucha sin tregua. Concluida la batalla, sin que ninguno de los contendientes resulte claramente victorioso, Gilgamesh y Enkidu se hacen grandes amigos. Emprenden viaje juntos y comparten numerosas aventuras. Los relatos sobre su heroísmo y valentía al enfrentarse con bestias peligrosas se difundieron por muchos países.


Cuando los dos viajeros regresan a Uruk, Astarté, diosa protectora de la ciudad, proclama su amor por Gilgamesh. Éste la rechaza y la diosa envía al Toro del Cielo para destruir la ciudad. Gilgamesh y Enkidu dan muerte al toro y, como castigo por participar en esta hazaña, los dioses condenan a muerte a Enkidu. Tras su muerte, Gilgamesh recurre al sabio Utnapishtim para descubrir el secreto de la inmortalidad. El sabio le cuenta la historia de una gran inundación (cuyos detalles son tan similares a los posteriores relatos bíblicos sobre el diluvio que han despertado el interés de los especialistas). Tras muchas vacilaciones, Utnapishtim revela a Gilgamesh que la planta que confiere la eterna juventud se encuentra en las profundidades del mar. Gilgamesh se sumerge en las aguas y encuentra la planta, pero una serpiente se la roba en el camino de regreso y el héroe, desconsolado, regresa a Uruk para
terminar sus días.




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